Me he saltado dos meses. Aquí no ha pasado nada.
Diciembre es un mes. Hasta aquí todos de acuerdo. Es el último mes del año. Seguimos coincidiendo. El mes empieza bien : el puente de la Constitución y la Inmaculada. Creo que seguimos todos contentos. Pero cuando llega la mitad del mes la humanidad se divide, sin exagerar, entre amantes y detractores de la Navidad. No me pienso decantar pero voy a comentar un par de cosas.
Los adornos navideños en las calles se ponen pronto por diversos motivos, en mi humilde opinión: para fomentar el consumo (a este país le interesa que el dinero se mueva, las cosas como son) y porque ya que se invierte un dineral en ellos, que duren, digo yo. Luego están los adornos de vuestras casas, que deberían ponerse, siguiendo la tradición, desde Santa Lucía (13 de diciembre) hasta la Candelaria (2 de febrero). Lo de dejar todo el tinglado hasta febrero puede parecer excesivo, pero también lo es que desde mediados de noviembre la modernez esté enseñando el p*** calendario de adviento. (La p con tres asteriscos viene sustituyendo a puto.) Que parece que si no tenéis un calendario de adviento, DIY a poder ser, no sois ni personas. ¡Venga ya! Podría entrar a la cantidad de adornos que suponen un claro riesgo de incendio, tropiezo accidental o desorientación, pero llevo tiempo sin escribir por aquí y me falta paciencia. Que no falte un cascanueces en vuestra decoración navideña (guiño).
Otro tema muy de comentado en estas fechas es la comida. Porque si algo obligatorio hay que hacer en Navidad es comer como un cochino y moverse lo justo para seguir comiendo en otra casa o zona de la misma. Es posible que posts cuentacalorías como el de mi archienemiga, la afamada Boticaria García, os echen atrás, pero ¿qué sería de los gimnasios sin la cuota de inscripción de enero?
Acabo ya con el mejor de los temas: los regalos. Regalar es maravilloso y que te regalen debería serlo también (o en su defecto llevar tíquet regalo). Tiempo atrás era incapaz de devolver un regalo, pero la vida y los malos regalos te curten.
Y con esto y un bizcocho, os dejo, mis queridos lectores de culto. Os recomiendo un película para los momentos ociosos en los que, entre comilona y comilona, os apetezca palomitas. No descubro nada a nadie si os hablo de Tootsie. Lo sé. Pero el otro día me crucé con ella en la televisión y no me pude resistir a ella. Es maravillosa.
Las redes sociales han conseguido por fin que una señora de Peñaranda de Bracamonte (nombre elegido al azar) tenga en su salón un árbol de navidad hecho con tablas, exactamente igual al de una prestigiosa bloguera sueca y exactamente igual al del escaparate de la tienda de camisetas de la calle pez en Madrid.
ResponderEliminarTienda que tiene su perchero hecho con una rama de árbol colgada del techo, exactamente igual que la tienda ninetta en Valencia (ésta existe, la tienda y la rama)
Lo llaman DIY porque "copio a lo loco" es menos fino.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarY la deforestación que conlleva.
EliminarGracias por comentar.
EliminarAy Pri ¡qué grande eres!
ResponderEliminar¿Sabes lo que me ha costado la ropa interior? ¿Y el maquillaje? No sé cómo las mujeres pueden mantenerse atractivas y no morirse de hambre.
ResponderEliminarEso digo yo también. Y eso que Tootsie no compraba tampones!
Y yo. Es una gran película.
EliminarGracias por comentar.
La argumentación de Pri me ha dejado fascinada. También darme cuenta de que tampoco yo he olvidado la existencia de esa tienda valenciana (donde Dustin creo no compraría), consecuencia de mi pasado como analista de blogs de moda. Mi Diógenes mental es preocupante.
ResponderEliminarA mediados de noviembre lo que hay que hacer, en lugar de subir fotos a Instagram del calendario de adviento, es irse al agro a recoger materiales para el belén de 4 m2.
Gwilt
Una Navidad sin musgo, no es Navidad.
EliminarDesde Santa Lucía hasta la Candelaria... llevo toda la vida haciéndolo mal: desde la Inmaculada hasta el fin de semana siguiente a Reyes.
ResponderEliminarCreo que tu opción es la más habitual y práctica. Las cosas como son.
EliminarUn año se me ocurrió pavimentar el pesebre con la arena del gato, por recrear el ambiente de la zona y tal.
ResponderEliminarEl gato reconoció su arena.
Los dulces navideños sólo se deberían tomar con el desayuno.
¿Hasta cuando va a durar la plaga de los papanoeles trepadores?
No odio especialmente la Navidad, pero le añade un factor de estrés a mi vida que no necesito. Para mi el punto de inflexión fue cuando pasé de ser recibida (el ya famoso gorratour) a recibir ...
En mi casa guardamos el árbol decorado y lo sacamos tal cual de un año para otro, ese es el nivel.
Gracias por retomar el blog, se os echaba de menos.
Sílvia, tu comentario es mejor que mi post. Al final te voy a prohibir escribir.
EliminarTu afición al panetone es preocupante. Hablaré con el gato.
Sabes lo sensible que soy a los halagos. Como sigas así resucitaré mi blog pretencioso e insufrible y sólo tu serás la culpable. Avisada quedas.
EliminarEl panetone es mi segunda residencia: le he roído un agujerito del tamaño justo para caber en posición fetal y pienso hibernar ahí. No es necesario que me avises cuando llegue la primavera.
Habla con el gato cuanto quieras, faltaría más.
Y la alusión a "Nineta", Miss Primark, me ha hecho revisitar a SB/SP.
ResponderEliminarCarbón, los reyes te van a traer carbón.
Sílvia, lo has escrito negro sobre blanco: pasar de ser recibida a recibir. En mi caso, pasar de llegar con la cena puesta a tener que ponerme al mando de la plancha después de haber paseado los bares del pueblo felicitando la navidad a los vecinos de mi infancia...
ResponderEliminarGwilt, fascinada de fascinarte!
Con lo bonito que es tener familia que quiera comer vuestros manjares. Os quejáis de vicio.
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