miércoles, 31 de diciembre de 2014

Las archienemigas les desean...


¡Feliz 2015!

Gracias a todos los lectores de este pequeño y querido blog de culto. Os deseamos lo mejor y la paz en el mundo.


¡Los micrófonos!








lunes, 15 de diciembre de 2014

Diciembre

Me he saltado dos meses. Aquí no ha pasado nada.

Diciembre es un mes. Hasta aquí todos de acuerdo. Es el último mes del año. Seguimos coincidiendo. El mes empieza bien : el puente de la Constitución y la Inmaculada. Creo que seguimos todos contentos. Pero cuando llega la mitad del mes la humanidad se divide, sin exagerar, entre amantes y detractores de la Navidad. No me pienso decantar pero voy a comentar un par de cosas.





Los adornos navideños en las calles se ponen pronto por diversos motivos, en mi humilde opinión: para fomentar el consumo (a este país le interesa que el dinero se mueva, las cosas como son) y porque ya que se invierte un dineral en ellos, que duren, digo yo. Luego están los adornos de vuestras casas, que deberían ponerse, siguiendo la tradición, desde Santa Lucía (13 de diciembre) hasta la Candelaria (2 de febrero). Lo de dejar todo el tinglado hasta febrero puede parecer excesivo, pero también lo es que desde mediados de noviembre la modernez esté enseñando el p*** calendario de adviento. (La p con tres asteriscos viene sustituyendo a puto.) Que parece que si no tenéis un calendario de adviento, DIY a poder ser, no sois ni personas. ¡Venga ya! Podría entrar a la cantidad de adornos que suponen un claro riesgo de incendio, tropiezo accidental o desorientación, pero llevo tiempo sin escribir por aquí y me falta paciencia. Que no falte un cascanueces en vuestra decoración navideña (guiño).  







Otro tema muy de comentado en estas fechas es la comida. Porque si algo obligatorio hay que hacer en Navidad es comer como un cochino y moverse lo justo para seguir comiendo en otra casa o zona de la misma. Es posible que posts cuentacalorías como el de mi archienemiga, la afamada Boticaria García,  os echen atrás, pero ¿qué sería de los gimnasios sin la cuota de inscripción de enero? 




Acabo ya con el mejor de los temas: los regalos. Regalar es maravilloso y que te regalen debería serlo también (o en su defecto llevar tíquet regalo). Tiempo atrás era incapaz de devolver un regalo, pero la vida y los malos regalos te curten. 



Y con esto y un bizcocho, os dejo, mis queridos lectores de culto. Os recomiendo un película para los momentos ociosos en los que, entre comilona y comilona, os apetezca palomitas. No descubro nada a nadie si os hablo de Tootsie. Lo sé. Pero el otro día me crucé con ella en la televisión y no me pude resistir a ella. Es maravillosa. 





lunes, 15 de septiembre de 2014

Septiembre

Toda una vida engañados. No sé yo si con el calendario juliano ya iba así el curso escolar o es cosa del gregoriano, pero me vais a perdonar la herejía: para mí el año empieza en septiembre. Los buenos propósitos son ahora y no en enero. 




En el mes de la epifanía del Señor hacemos promesas bajo los efectos del alcohol y los dulces de tradición navideña (cada uno los suyos). La mezcla de sustancias etílicas y azúcar (en ocasiones se le suman marisco y cabrito) nos lleva a formular gilipolleces del tipo: "me voy a cuidar más.", "iré al gimnasio cada día","no dejaré que el/la imbécil de mi jefe/a me pisotee", "dejaré de ser paño de lágrimas de esa amiga que no me escucha" y blablabla.




En septiembre, por el contrario, nos ceñimos más a la realidad (es lo que tiene salir de las vacaciones) y nuestros postulados son mejores: "voy a echar el Euromillón cada semana para vivir de eternar vacaciones", "cada mes ahorraré un poco para las vacaciones del año que viene", "me cojo billetes para Navidad y a la familia ya la veremos un finde largo" y así un largo etcétera de útiles y maravillosas ocurrencias.




La vuelta al cole es dura pero es lo que hay y debemos suavizarla con cosas rebonitas, como por ejemplo:


  • Una película: que la "Boda de mi mejor amigo" no es peli de culto lo sabemos todos. Pero me vais a perdonar el desliz. ¡Qué grande ese momento musical! ¡Qué grande Rupert y qué divina Julia!


  • Un libro: como no todo van a ser risas, os recomiendo un libro exquisito. Que debiera ser lectura obligada en el mundo. "San Manuel Bueno, Mártir" de Miguel de Unamuno. Si ese libro no es completo no lo son los cereales de vuestro desayuno.


  • Comida rica: aquí me meto en un berenjenal y me monto una tostda con escalibada y queso de cabra para cenar que sube la moral de golpe. 


  • una canción maravillosa:



  • Y alcohol. Yo soy de cerveza. Cada uno que elija su brebaje.

¡Buen inicio de año!

viernes, 22 de agosto de 2014

Veraneando II: cine

Este post era para hace dos semanas pero por cuestiones técnicas (no os pongáis fibra que falla demasiado) no pudo ser. La semana pasada lo pude haber publicado pero me quedé paralizada con la aparición estelar de mi archienemiga en el papel couché. ¿Se puede molar más? ¿Entendéis ahora el motivo de mi odio?

Voy a lo mío. 

Ir al cine es maravilloso. Puedes ver joyas (perlas si son en San Sebastián) o mierdas de vaca, pero siempre que sales de una sala de cine tienes tema de conversación para rato. Y eso, comentar la película, también es maravilloso.




No siempre podemos ir al cine y hay muchas películas que se nos han escapado de la gran pantalla, por lo que sea, y verlas en casa no es mala alternartiva. No nos pongamos puristas. La semana pasada os recomendé series; hoy, películas.

Bahman Gobadi es un señor de lo más sencillo y agradable. Es persona non grata en su país natal, Irán, por su cine. Supe de su existencia en el Festival de San Sebastián cuando presentó, y arrasó, con Las tortugas también vuelan (2004). No es una película fácil: explica la historia de unos niños en un campo de refugiados. Es recomendable hasta niveles insospechados. Otra película suya, casi un documental, es Nobody knows about persian cats (2009), que trata sobre como muchos músicos jóvenes de Irán se ven obligados a tocar en la clandestinidad por la represión política.



Otra dura película (me ha venido así el post) es Neds (2010). Ganó la Concha de Oro y trata sobre  la versión malota e inglesa de nuestros ninis, Non Educated Delinquents. El director de esta película es Peter Mullan que también es un actorazo. En 2011 protagonizó de Tyrannosaur, otro film duro y recomendable que muestra la miseria y la bondad de las personas en situaciones complicadas de la vida cotidiana.


Sigo con Nader and Simit, a separation que seguro que os suena porque llegó a ganar  el Óscar a película extrranjera tras muchos otros premios. El título nos anticipa el tema y no engaña. Va de una separación y de todo lo que la rodea. De lo complicada que puede ser una ruptura sin reducirla a un asunto de pareja. Toca tantos temas y todos tan necesarios que, aunque se pueda hacer un poco larga en algún momento, es de visionado imprescindible.



Y acabo con una de las películas más bonitas que he visto en el cine: Thomas. Es una breve película finlandesa y nos plantea uno de los dilemas más crudos que se le pueden plantear al ser humano. No os lo quiero desvelar por no fastidiarla, pero os puedo dar spoiler por mail. No sé si es demasiado fácil de conseguir pero merece la pena intentarlo.


Y paro. Os he recomendado muchas películas y ya aviso que (a excepción de los gatos persas) no son ninguna fiesta, pero el verano o las vacaciones son propicios para ver cosas que luego podemos comentar frente a una cerveza o un granizado.

miércoles, 30 de julio de 2014

Veraneando I


En verano hay que darse a la vida ociosa. En esta casa, además de seguir con atención el afamado blog profesional de mi archienemiga, no se nos ocurre mejor plan que ver películas y series. Así que este post ligero y veraniego va de eso: de sentarse en el sofá y disfrutar.




Hoy os recomiendo series. Las he elegido de una o dos temporadas porque también hay que salir a la calle a terracear.

La primera serie que os recomiendo, por su calidad y brevedad, sólo una temporada, es Studio 60. Serie con actores maravillosos que tiene como guionista al laureado Aaron Sorkin al que conoceréis por la mítica, y favorita de Mr. Xarin, El ala oeste de la Casablanca ( The West wing) o por la vigente y cuestionada The Newsroom. Studio 60 hay que verla y punto.




La segunda serie es Life on Mars, dos temporadas. La canción de Bowie que da nombre a la serie no es lo único bueno. Es británica, con una buena historia, buenos actores y de obligado visionado. Los estadounidenses, que son unos copiones, hicieron una versión regulera que sólo tuvo una temporada. No os digo de qué va. Veis el piloto y ya.





La última serie que os recomiendo es más actual y me va a hacer parecer menos intelectual, pero como pocos vais a leer el post entero pues me la juego. Don't trust de B in Apartment 23. Tiene dos temporadas, es una comedia bastante absurda pero sólo por ver a  James Van Der Beek, el santorro Dawson, interpretándose a si mismo, merece la pena.




Os dejo con dos canciones y las pelíulas las dejo para la próxima semana. Janis Joplin y David Bowie. 







viernes, 18 de julio de 2014

La vida es un festival

Hace más de un mes que empezó esa época del año en la que cada pueblo tiene su festival. En este blog de culto aborrecemos la modernez y es por eso que me voy a marcar una regresión a la infancia y os voy a poner las canciones que para mi huelen a verano.*


Pocos niños han sido más adorables que Antonio y Carmen. Sí, los hijos de Rocío Dúrcal y de Junior. Maravillosas Sopa de amor y  La tristeza del electrón pero me quedo con Entre cocodrilos.




Es justo y necesario que en este post aparezca Onda Vaselina, ayyy ¡Qué triste es el primer adiós!. Me pongo hasta nostálgica y planto dos canciones: Quiero salir de vacaciones. Pongo tres que estoy muy loca hoy que es viernes Vámonos al mar. ¡Las pondría todas!






Los Inhumanos son un clásico de los veranos; y de las borracheras, claro. Recuerdo cantar sus canciones en el trayecto de autocar de unas colonias. ¿A quién no le ha dolido la cara de ser tan guapo?


Gracias a La Década Prodigiosa conocemos temazos. Me quedo con el mix de los 80. 




Acabo con Enrique y Ana y su temazo sobre el panda. Amigos y amigas, ¡quiero un Panda! ¡Feliz fin de semana!





*La pobre Moneypenny se las ha tragado (y bailado) todas. 

NOTA: A veces creo que, en lugar de en un blog de culto, escribo en eso de "yo fui a EGB". Mil disculpas. 

jueves, 10 de julio de 2014

¿Desconectas o cargas las pilas?

Hace un par de posts (no quiero confirmarlo, pero me temo que literalmente) os estaba cantando los mayos y resulta que así, a lo tonto, estamos a un tris de cantar el "pobre de mí". Si la vida 2.0 pasa rápido, en este blog de culto y al alimón vamos como un tren bala chino. Sí, como un tren bala chino, en los blogs de culto tenemos siempre como referente el lejano oriente. ¡Ah! Y las minorías étnicas, que aunque los modales del lector son exquisitos y nadie pregunta, yo sé que en el fondo os morís todos porque escriba mi segunda parte del viaje a Chiapas.
A diez de julio, estamos con las vacaciones por estrenar y la palabreja de marras pululando en el ambiente (se nota, se siente): DESCONECTAR. Por un lado están los que desconectan y por otro los que cargan las pilas. Sinceramente, no sé en qué árbol ahorcarme. No sé si es que me hago mayor o que el espíritu de Alfonso Ussía se ha apoderado de mí, pero lo cierto es que la gente que habla de "desconectar" o de "cargar las pilas" a mí me parece una cursi redomada. Hala, ya lo he dicho.
Hay una subespecie peor. Son los que por "desconectar" se refieren literalmente a apagar el móvil, especialmente por miedo a que las redes sociales les consuman ese preciado tiempo en el que tienen que estar "desconectando". Al final, y aunque a algunos quizá les sorprenda, resulta que uno tiene mucho más tiempo libre en el chiringuito o en la tumbona para curiosear las redes sociales que en su trabajo. Salvo determinadas vacaciones en Ibiza, parece ser que uno no se está divirtiendo intensamente todo el tiempo (e incluso se aburre a la hora de la siesta) y maldice con todas sus fuerzas el momento en el que se autoprometió no tocar las redes sociales. Maldice mucho más aún el momento en el que, además, anunció en redes sociales que no tocaría las redes sociales, y al final las toca,como a las Mamachicho. Las toca cada vez más.
En verdad, en verdad os digo, que no sois menos hombres, menos mujeres, ni menos veraneantes por usar Twitter en vacaciones. Además, ya están las compañías telefónicas para velar por vuestra ansiada desconexión. Cuando os fundáis los datos y no os funcione ni whatsapp, consideradlo una señal divina, relajaos y disfrutad.

En mi opinión, la desconexión sólo tiene un gran beneficiado, y es el amigo del veraneante. El sufrido amigo que antaño sólo cumplía condena una vez en la vida en la ahíta contemplación de las fotos de la luna de miel, se encuentra ahora atrapado en un fuego cruzado de fotos, cada cual más pretendidamente exótica que la del vecino, que justifique el más que probable año de mierda que llevan a sus espaldas sus autores. Y, ojo, que en un grupo de whatsapp la cosa, aunque entra en feroz competencia, se diluye, pero en un mano a mano no resuelves la papeleta con un par de emoticonos. Hay que dar conversación. O hacer nuevos amigos que "desconecten" de verdad.
Que cada cual se divierta como pueda, o como le dejen. Sin ser una yonki (o quizá sí), abogo por la naturalidad en cada aspecto de la vida. Creo que bastantes prohibiciones tenemos que tragarnos ya como para autoprohibirnos algo. Si uno no es capaz de autogestionarse en las redes, quizá ése sea el menor de sus problemas. Por mi parte, estaré también cargando las pilas... y entre ellas las del móvil.

jueves, 26 de junio de 2014

Los micrófonos

En un mundo idílico, lo que os voy a contar hubiera sido así:

S estaba sentada en el café acordado y tamborileaba algo nerviosa sus dedos sobre su releído ejemplar del "Ulises". De fondo sonaba alguna canción, pongamos de Nina Simone. La puerta del reposado local se abrió y dejó entrar toda la luz del sol de mediodía junto con B, que vestía una exquisita prenda de gasa que dejaba entrever su esbelta figura. Llevaba bajo el brazo un elegante capazo con exquisitas pertenencias y las notas de alguno de sus muchos proyectos. Sus miradas se encontraron al instante y la conversación fluyó hasta que el mediodia pasó a ser tarde y la tarde, noche. Nadie les molestó pero fueron contempladas y admiradas por todas y cada una de las personas que pasaron por el tranquilo café. La medianoche llegó y, cual cenicientas, se besaron en sendas mejillas y se despidieron hasta más ver. 



Pues no. No fue así.

B y S dejaron a sus dulces chiquillos con sus padres y decidieron conocerse, junto a sus consortes, en un pueblo de la costa española cuyo nombre no voy a desvelar por mantener intacto su encanto. Eran pasadas las diez p.m. cuando nuestras protagonistas se vieron las caras por primera vez y esa luz de la noche fue la que mantuvo a buen recaudo las posibles imperfecciones de sus cutis sin maquillar durante toda la noche. Estuvieron hablando y deleitándose con los manjares que el gran chef de Niki Beach tuvo a bien servirles. Después llegaron las bebidas junto a la piscina con bolas flotantes de colores y budas alrededor de ésta. Fueron ignoradas junto a sus amantes por las repartidoras de flyers molones y tachadas de solteronas amargadas por un robasillones cuando sus queridos maridos fueron a por una segunda ronda. Nuevas parejas de edad avanzada liberaban su amor en sillones cercanos mientras que las señoras no afortunadas decidían amar la taza del baño. Las tres a.m. fue la hora en la que las dos parejas decidieron separar de nuevo sus caminos y dirigirse a controles de alcoholemia costeros que salvaron con elaboras técnicas de persuasión. Todo un éxito.



lunes, 16 de junio de 2014

Vacacionar, el concepto

Si habéis leído el último post de mi archienemiga sabréis que la tía nos ha querido poner los dientes largos con su viaje a México. Ha querido demostrarnos que irse de vacaciones en temporada baja y a un sitio recóndito es lo más molón del mundo. Y lo es. Ella es así. Por eso la odio. 

La palabra vacaciones tiene su origen en el latín vacans, del verbo vacare de toda la vida, y que no significa otra cosa que estar libre, desocupado. Lo que viene siendo no ir a trabajar y, por extensión para la gente que no trabaja (por decisión u obligación), dejar de hacer lo que se suele hacer normalmente, lo rutinario. La etimología anglosajona hacía sólo referencia a los días sagrados y con el paso de los siglos se ha convertido en "quemarse y ponerse ciego de cerveza en la costa española". 

Aunque sabemos que soy prácticamente una madre adolescente, ya tengo un pasado importante y unas cuantas vacaciones a mis espaldas. Y sinceramente me planteo en qué momento vacaciones y viajar se convirtieron en sinónimos. En serio. Viajar me parece una de las mejores experiencias del mundo y es por ello que prefiero renunciar a muchas cosas y poder escaparme a conocer sitios preciosos y otros que no lo son tanto. ¿Pero realmente descansamos de viaje? En nuestro caso no. Aprendemos, disfrutamos, descubrimos, pero lo de "estar libre" no lo cumplimos ni de coña.




Otra manera de hacer vacaciones es la de viajar a sitios ya conocidos, pueblos de interior o costeros con los que nos une una tradición familiar o no, y en los que pasamos horas sin hacer nada. En mi caso la experiencia es costera y, tras pasar un día o una tarde en la playa , siempre se suele decir eso de "es que la playa cansa". No. La playa no cansa. Lo que cansa es que por la noche has dormido poco ya sea por salir a beber y bailar, jugar al escondite o al parchís. Cada actividad depende de la edad y que cada uno las distribuya según su experiencia personal. Vaya que tampoco descansamos porque llegamos a estar cansados hasta de aburrirnos. 





Conclusiones: ninguna. Tampoco pretendía sacarlas. Lo ideal para mí sería tener un mes de vacaciones (muy bien pagadas) y poder combinar quince días viajando y los otros en la montaña o en la playa, a gusto del consumidor. 

Ahora es cuando tras ir de genérica y humilde os paso un power point con fotos de todos los sitios molones a los que he viajado y luego de los sitios playeros maravillosos en los que he ido cogiendo pecas. Mejor no. Eso se lo dejo a la Boticaria que se le da de vicio. 

Aprovecho y me pongo de cultureta (que me mola) y os recomiendo una película dirigida por Julie Delpy que refleja muy bien lo que os digo de los veranos en lugares ya conocidos y en familia. Se llama "Le Skylab" y acabo de ver que se tradujo como "Verano del 79". Sin comentarios.






   

lunes, 9 de junio de 2014

Una semana en Chiapas (I)


Hace unos meses ni se me hubiera pasado por la cabeza pasar una semana en Chiapas. Sin embargo, por una serie de carambolas hemos acabado allí de vacaciones. En primer lugar, los agradecimientos:

- A Pablo, el madrileño por el mundo (el que salió en la tele, sí) que vive desde hace muchos años en Chiapas y que nos preparó una ruta muy trotera por la región. Día por día, piedra por piedra, hotel por hotel. Impagable su amabilidad y ese par de hojas impresas que nos acompañaron en la guantera del coche.
- A Mónica, mexicana afincada en España, por darme el empujón definitivo para visitar el lugar. Confieso que al principio yo recelaba un poco del entusiasmo de mi marido, por mucho que él confiara en Pablo. Finalmente me autoconvencí por un argumento de peso: "si les gustó a los suegros de Mónica, unos señores castellanoviejos como Dios manda, igual el sitio no está mal del todo".

Dia 1

Cañón del Sumidero- Chiapa de Corzo- San Cristóbal de las Casas

El Cañón del Sumidero es una falla espectacular a la que se accede en barca durante un recorrido de unos 15km que termina en la presa de Chicoasén (aunque el barquero, para impresionar al turista, afirme sin temblarle el bigote que la "travesía" consta de 80km ida y vuelta).



 El paisaje es sobrecogedor en algunos puntos ya que la pared del cañón alcanza un kilómetro de altura. A mayores, el barquero, para terminar de impresionar al turista (y de paso llevarse unos pesos extra de propina) tratará de localizar cuantos cocodrilos, monos araña y demás especies exóticas se pongan a tiro con gran regocijo del personal. Y es que, realmente, tener un cocodrilo a un metro de la barca, impresiona. Al barquero le acabas dando lo que te pida, pero para que acelere.



Al final del recorrido, junto a la presa, se genera un "ecosistema" que me recordó (sin tener nada que ver) a las marismas de Doñana por la profusión de aves acuáticas que allí pasan sus días, como garzas y pelícanos entre ellos.

El embarcadero está situado en Chiapa de Corzo, un pueblecito de aspecto típico colonial que merece un tranquilo paseo por sus calles y por su mercado en el que la actividad local y comercio diario se mezclan con algunos puestos destinados al turista ocasional. 

Tras conocer el cañón y dar una vuelta por el pueblo, la siguiente parada en nuestra ruta era San Cristóbal de las Casas. En 1994 San Cristóbal de las Casas fue tomado por los zapatistas influyendo este hecho decisivamente para convertir la ciudad en lo que es hoy en día. Se trata de una población de casi 200.000 habitantes, también de aspecto colonial, donde conviven en armonía los locales (entre los que pululan diariamente numerosos indígenas de los pueblos cercanos) con miles de bohemios, intelectuales (e incluso algún desnortado) venidos de todo el mundo en la búsqueda de la senda zapatista, del ideario, del origen y de las fuentes de la revolución.



Al atardecer, en cualquier café del lugar que se precie, florece un grupo de música en directo. Sus mesas se llenan de señores con barba y señoras con sombrero (la combinación señores con sombrero y señoras con barba también se da) dispuestos a agotar la tarde en una tertulia infinita con una bebida y cualquier cosa que se pueda fumar. Si se pasea por sus calles, se pueden escuchar recitales de poesía a través de los ventanales abiertos de los edificios que acogen múltiples centros culturales, o ver correr apresurado a un cuarteto de cámara con los violines al hombro porque no llegan a tiempo para su concierto. Es un ambiente especial y casi mágico el de la puesta de sol en San Cristóbal.



 Sentado en esos cafés, no tardan en acercarse a las mesas a vender pulseras las niñas indígenas. Minutos después, exactamente las mismas pulseras de la niña indígena puede ofrecértelas un chaval pelirrojo europeo en poncho, enfundado en sus 501 y calzando el último modelo de Vans. El perroflautismo ilustrado y adinerado también tiene su hueco en San Cristóbal de las Casas.

Nuestro primer día en San Cristóbal consistió, básicamente, en comer cochito frito y un helado de cacao (de pecado mortal sin purgatorio), en pasear, pasear, pasear por sus calles y por el mercado de artesanía, y, fundamentalmente, en ver morir la tarde en una de esas terrazas (la del Café Praga) mientras desde el interior alguien no cantaba del todo mal con un micrófono y una guitarra. Se alternaba Ismael Serrano con Bisbal, sin mayor reparo. Para ser el primer día y haber cogido (perdón, tomado) previamente tres aviones, lo dimos por bien empleado.

Dia 2

San Juan Chamula- Comitán- El Chiflón- Parador Santa María

Nos levantamos en San Cristóbal de las Casas y tras sortear a una docena de mujeres que se afanaban en vendernos una especie de arroz con leche (mi religión y mis 12 créditos de microbiología me prohiben comer en la calle) localizamos un café en los soportales de una bonita plaza, A pesar del universal y ya impersonal aspecto a Le Pain Quotidien, allí servían desayunos con sabor chiapaneco como el pan de elote. Se trata de una especie de bizcocho, de sabor rico, pero con unos tropezones de maíz, que no me sedujeron. Ahora bien, el chocolate del desayuno, espectacular. Lo del cacao allí lo tienen muy dominado y eso es un plus para los que no tomamos café.

El último día de nuestro ruta terminaba en Chiapas así que decidimos dejarnos para la vuelta algún atractivo (como el mercado indígena) y poner rumbo a San Juan Chamula.



San Juan Chamula es un pueblo habitado por los tzotziles (una etnia maya) quienes han preservado muchas de sus costumbres. Lo más reseñable, junto con el mercado indígena frente a la iglesia, son los ritos que ocurren en el interior de ella. Se trata de una mezcla de sus rituales previos a la evagelización que conviven entre los santos católicos, apostólicos y romanos. Tras rezar en lenguas extrañas, retuercen el pescuezo de gallinas sin inmutarse, y después beben licor de maíz en botellas de Coca-cola (que previamente también bendicen, o exhorcizan, o a saber). Se trata de una iglesia sin bancos, con hierbas y velas desperdigadas por el suelo, donde se crea un ambiente en el que cualquiera, por poco pudor que posea, se siente, irremediablemente, invasor de la intimidad. Y sin embargo, uno no puede dejar de mirar a esas gallinas que dan sus últimos saltitos envueltas en bolsas de basura negras, y asombrarse de que, en el año 2014, algo así pueda seguir existiendo.



El siguiente punto del "orden del día" era Comitán. Otro pueblecito colonial cuya vida surge en torno a la plaza. Una pintoresca plaza de bancos de forja donde no cabía un solo limpiabotas más. Yo que soy muy de buscar analogías con mi tierra, tuve la impresión de que Comitán es a esa zona de Chiapas lo que Alcázar de San Juan a La Mancha Centro. Es decir, un lugar no especialmente bonito pero funcional, donde la gente de los alrededores lleva el coche al taller, o va a comprar comida, ropa, o trajes de novia entre otras cosas. ¡Qué cantidad de tiendas de novia! ¡Y qué diseños! Entramos en un mercado cubierto y fue entretenido, para, entre otras cosas, comprobar que mientras en España se monta la mundial por aquello de que si los yogures caducan o no caducan, en Chiapas viven felices sin ni siquiera refrigerarlos.




De Comitán a las Cascadas de El Chiflón. El Velo de la Novia es una tremendísima cascada de unos 120 metros de altura, que son muchos, con un mirador justo delante donde uno se refresca con el agua que cae (como si te pones a mirar a los que montan en el Tutuki Splash, pero a lo bestia). El recorrido por las cascadas me recordó a los domingos de primavera de hace veinte años con mis primos en el Nacimiento del Río Cuervo. Salvando la abismal distancia entre las cascadas, aprovecho cuña publicitaria para comentaros que el Nacimiento del Río Cuervo está a tiro de piedra de Madrid y es un gran plan dominguero. Al igual que en El Chiflón, el plan de la Sierra de Cuenca también incluye orquídeas en la visita.





Y de El Chiflón, al Parador de Santamaría. Se trata de una antigua plantación de café reconvertida a un hotel muy cuco, de únicamente ocho habitaciones. El botones se apresuró a contar con orgullo que "aunque antes era de españoles ahora ya es de propietarios mexicanos". Lo cierto es que después de haber visto 12 años de exclavitud uno no puede mirar estos sitios con los mismos ojos.




Esta hacienda es un lugar casi idílico, absolutamente cuidado, con jardines de cuento, una encantadora piscina e incluso una ermita que alberga un museo de arte sacro. Entre sus instalaciones hay incluso un decadente salón nocturno con barra, billar, y obsoletos reproductores de música que, se intuye, en otra época dieron vida a gloriosas fiestas.



El tópico de que hay lugares donde se detiene el tiempo, allí alcanzaba su expresión máxima. Durante las escasas quince horas que duró nuestra estancia fuimos los únicos huéspedes del hotel, así como los únicos comensales de su restaurante (junto con los sapos que nos acompañaban). Mención especial para el café del Parador, que sigue cultivándose en su huerto. Preparan una especie de "capuccino invertido" con leche cremosa en la parte inferior y café caramelizado encima que consiguió que hasta yo, que como ya he comentado, no tomo café, me viera en la obligación moral de repetir.





El único punto negativo del Parador de Santamaría fue no poder quedarnos a pasar dos días más entre las  orquídeas del jardín y las polvorientas licoreras de su salón de billar. Como no podía ser de otra forma, un lugar tan especial tenía Thonets casi en cada estancia.





Día 3

Chincultik-Lagunas de Montebello- Las Nubes

Tras el memorable desayuno en El Parador de Santamaría, y con la firme promesa de volver allí algún día para simplemente "estar", nos encaminamos hacia Chincultik, que resultó una de las paradas más especiales del viaje.





Chincultik en maya significa cenote escalonado. Son unas ruinas coquetas, que conviene visitar antes de Palenque, para no mirarlas por encima del hombro y poder saborear como merecen.  Nosotros recordaremos Chincultik, entre otras cosas, por el silencio que dominó la visita. Llegamos los primeros (serían las diez de la mañana, tampoco fuimos especialmente madrugadores) y pudimos disfrutarlas absolutamente solos. Tras subir un monte y unas terrazas escarpadas se llega al mirador donde, como recompensa, aguardan las pirámides y desde el que se contempla un increíble cenote. Un cenote que uno se imagina cual hambrienta fauce donde irían a dar con sus huesos todos aquellos esclavos o personas non grata que sacasen los pies del tiesto en aquella sociedad maya.





Salimos de allí con la sensación de que, tras el café del Parador y la "experiencia religiosa" en Chincultik no habría nada que pudiera enamorarnos más en todo el viaje. Pero nos equivocamos.

El siguiente punto en el orden del día marcado en la ruta de Pablo eran las lagunas de Montebello. No era el mejor día para visitarlas debido a que el cielo estaba nublado y no pudimos apreciar el color esmeralda de sus aguas, que es una de sus principales características. Como ventaja, aquel día se les habían acabado los tickets y la entrada era gratis. Eso estuvo bien. Las lluvias de los días previos le habían conferido al agua un color verde moco que, si bien le restaba belleza al conjunto, no conseguía en modo alguno arruinar la espectacularidad del paisaje. En muchas de las lagunas había balsas a base de troncos de corcho, sin motor, en las que dar un rústico y bucólico paseo.



Las lagunas más importantes son Esmeralda, 5 lagos, Tziscao e Internacional. Esta último recibe el nombre debido a que la mitad del lago pertenece a Guatemala y la otra mitad a México, siendo la frontera las boyas que se aprecian en la foto inferior.





En la entrada a los lugares de interés siempre hay guías ofreciéndose a enseñar el entorno. Nosotros no somos demasiado fans de viajar acompañados (y menos de este tipo de guías locales que, por lo general, tienen la misma credibilidad que los niños de Slumdog Millionaire enseñando el Taja Mahal). Sin embargo, en esta ocasión decidimos contratar a uno de ellos puesto que había algo muy importante que necesitábamos encontrar y para lo que necesitábamos un guía: una tele donde se sintonizase la final de la Champions League.




Miguel nos guió hasta un restaurante (si puede llamarse así), prácticamente el único con televisión en la frontera con Guatemala, allá donde no había cobertura telefónica y mucho menos internet. Comimos una mojarra (pez de la foto) en la misma mesa que los hijos del dueño del restaurante, y, dado el tiempo que tuvimos que pasar allí debido a la prórroga, les acompañamos también durante la merienda.  Lástima que sólo uno de nosotros dos pudiese celebrar el fin del partido, pero, afortunadamente, fui yo.

De las lagunas de Montebello partimos hacia Las Nubes. Aquí ya comenzó la aventura real y nos adentramos en la selva profunda por carreteras maltrechas a 40 km/h.




Hablamos de una zona donde ya no hay Paradores con encanto ni cafés de autor. Ni siquiera la posibilidad de utilizar el teléfono. Hablamos de una zona donde se duerme en cabañas y donde lo único que ofrece el restaurante son "sincronizadas o quesadillas" (que resultan ser los mismos perros con distintos collares). Se trata de un lugar escondido, tanto que la carretera principal está cortada y se accede por un camino de tierra que desemboca en un puente colgante. Sí, tuvimos que abandonar el coche al otro lado del puente y cruzarlo con las maletas para poder llegar al Centro Ecoturístico donde dormíamos. Por si alguien se lo pregunta, en esta ocasión no éramos los únicos huéspedes, pero casi: había otra pareja de iluminados en las instalaciones.


Y lo tremendo no es llegar a la cabaña cruzando el puente del troll a lo Dora, no. Lo tremendo es la sorpresa cuando, maleta en ristre, mientras uno va pisando con cuidado esas tablas que se mueven más que las del Puente San Pablo (otra vez Cuenca) y se pregunta si ese vallado de pista de fútbol barata aguantaría un tropezón, de pronto gira la cabeza y se encuentra con ésto:




Cuando uno llega a Las Nubes se siente como en un capítulo de Lost. Entre ruinas, pero esta vez no mayas, sino ochenteras o setenteras, de alguien que decidió que aquello era un lugar idílico para vacacionar, pero que después cambió de idea (o le forzaron a cambiar).




 En Las Nubes, además de las cascadas que se observan desde el puente colgante, hay un sendero ascendente con un mirador desde el que se observa algo tan impresionante como esto:



También se puede visitar "el túnel". Una garganta donde el agua desaparece con fuerza. El camino, una vez más lo hicimos en soledad, acompañados en esta ocasión por algunas culebras (quiero pensar que eran inofensivas culebras) que se nos cruzaban de vez en cuando.



Dormimos en una cabaña a unos 200 metros de la cascada cuyo ruido de fondo nos acompañó durante toda la noche, junto a las miles de luciérnagas que nos rodeaban. Sin duda, una experiencia.

Y hasta aquí los primeros tres días de nuestra semana en Chiapas. Si aún quieren ustedes saber más, incluídas nuestras retenciones varias por parte de los zapatistas, atención al próximo capítulo.

*Todas las imágenes, excepto la de la Catedral de San Cristóbal y la de la iglesia de San Juan Chamula (wikipedia) las hice yo con el móvil o con la cámara que nos regalaron con el plan de pensiones. Disculpen la tosquedad, y quédense con la idea de que, en directo todo gana, y mucho.