miércoles, 5 de marzo de 2014

De terrazas y sillas

Con los idus de marzo a la vuelta de la esquina, y harta de este invierno feo con el que nos ha tocado bailar, mi corazón espera, a lo Machado, otro milagro de la primavera. Pero que nadie se confunda. No soy yo de almendros en flor ni ramas verdecidas. Mi alma prosaica lo que quiere es sentarse, por fin, en una terraza. Una terraza de las de verdad, de las que te da el sol en la cara y ves las nubes. Una terraza, sí. No una tienda de campaña urbana salpicada de camping gas. No una cueva de plástico subterfugio del Marlboro. Una terraza.

No pido mucho. Ni vistas al infinito, ni pérgolas de ensueño.Cuatro mesas y sus correspondientes sillas tiradas en una acera me sirven. Eso sí, la silla importa. La silla és el elemento diferencial en muchas terrazas urbanas que poco más tienen que aportar. Lo mínimo es que sean cómodas y, a ser posible, que no lleven publicidad.

Siendo España uno de los países con más bares y terrazas por metro cuadrado, no resulta extraño que dos de los diseños de sillas más utilizados sean nuestros.

La silla Toledo, diseñada en 1986 por Jorge Pensi, es una reinterpretación de la silla de terraza de toda la vida. Realizada totalmente en fundición de aluminio, de agradable estética, y sin dejar aparte la funcionalidad con un dibujo calado que dejara pasar el agua al estar destinada al exterior, llegó a convertirse en un icono del diseño español. Es la única silla española en la colección del Museo Vitra. Ahí es nada.


En 1989, Jorge Pensi diseñó la silla Orfilia para Thonet, a quien dediqué mi primer post en solitario este indescriptible blog que, por razones que escapan a mi entendimiento, nos seguimos trayendo entre manos mi archienemiga y yo.

Y aún tenemos otra joya entre los diseños patrios. Se llama silla Barcino pero, internacionalmente, por aquello de no molestar mucho a la neurona, se conoce como Spanish Chair. La diseñó Joan Casas en 1965. El "chasis" lo conforma un tubo de aluminio anodizado. El asiento y el respaldo originariamente eran de enea trenzada y ahora de plástico, que aguanta mejor.

Esta silla, elegante y perfecta, que ha llegado a los confines de la tierra y que está considerada una de las cien mejores del mundo mundial, sólo tiene un problema: las copias.


¿Cuál prefieren ustedes? Si ayuda para decidirse, 700€ cuesta la primera (editada por Amat) y 220€ la segunda (Indecasa). Yo, a estas alturas, lo que realmente quiero es una cervecita y una puesta de sol. 







5 comentarios:

  1. La segunda. Y una Rietveld rojo-azul en paquete plano.

    Gwilt

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    1. Pues mira que yo a la Rietveld no le termino de coger el punto... no me gustan las sillas que no sirven para sentarse. Excepto La Chaise. La Chaise es mi muy favorita silla/butaca/loquesea. Como no podía pagármela me compré la RAR, y ya ves tú para lo que ha quedado mi pobre RAR. Tendría que haber robado a alguien y haberme comprado La Chaise. No lo descarto.

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    2. La Chaise es un huevo frito. Donde esté la línea recta... Desde luego, tienes una monomanía la mar de original. Alguien debería sacar en septiembre un coleccionable "Grandes sillas de sobremesa". A escala, claro.

      Gwilt

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    3. No soy yo muy de curvas tampoco pero con La Chaise tuve un flechazo la primera vez que la vi y creo que mi amor es para siempre. Tengo una miniatura que me regalaron en Vitra una vez. Un pedazo de plástico de unos 10cm que valdrá unos 200€. Alucino con el coleccionismo en general pero el de esas miniaturas en particular me pone los pelos como escarpias.

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  2. Mi querida liebre , la silla q presentaste como orfilia , no lo es, es la Toledo, sí es de pensi ero es la toledo, al parecer la pedimos cuesta encontrarla aún en imágenes...

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