miércoles, 26 de marzo de 2014

Sonia y Serena

Se llama Sonia, es de Sevilla (profunda), tiene 16 años, y era la primera vez que montaba en un avión. Estaba contenta porque viajaba con el 80% de sus compañeros. "Nos pusimos como locos a vender mantecados El Patriarca en Navidad para que pudiera venir más gente. Por la crisis. Ya sabes."

Ya sé, ya.

A Sonia le encantaba el destino. "Otros años han ido a Roma, pero ver monumentos es un rollo. Londres mola porque es más... es más... ¡moderno!" Y, a falta de sinónimo fácil, repitió moderno unas catorce veces. Aún añadió otro argumento: "La gente lo que quiere es ir a comprar, y a ver qué vas a comprar en Roma. Eso sí, el año pasado los mayores robaron en un Primark y se lió una gorda, hay que tener cuidado".
No me aclaró si los que tienen que tener cuidado son los de las tiendas o ellos mismos.

"Tengo ilusión porque no sé si volveré a Londres. A mí lo que me gusta de verdad es ir a Matalascañas, que me pilla cerca".
Dicho ésto, llegó un chico que era todo sonrisa detrás unos brackets, y se pusieron a pelar la pava.

Sonia y yo nos hicimos amigas, tan amigas, que a puntito estuve de aterrizar con una pulserita de gomas flúor en mi muñeca. Y, a pesar de que a ella no le sonaba de nada el señor que iba en el asiento de delante, se lo perdoné.


No se llama Serena, pero era clavada al personaje en Gossip Girl. Probablemente sea bielorrusa y tiene la edad muy justa para poder beber alcohol. Se bajó entre risas de una limusina junto con dos amigas delante de un restaurante en Mayfair.

Quiso el destino que nos sentasen en una mesa junto a las tres futuras Barbies. No entiendo bielorruso, pero por sus gestos apostaría a que hablaban de ropa y de chicos.

Las tres niñas de piernas largas y vestidos cortos, sin medias, compartieron, por toda cena, un plato de gambas tempura y diez makis. Eso sí, completaron la cuenta con media docena de mojitos y dos botellas del vino más caro de la carta.

Claramente no habían ido allí a cenar.

A la salida, tuve la suerte de compartir baño con ellas. Con las tres. Conozco a gente que hubiera pagado por estar ahí. Mientras las veía recolocarse pechos y maquillajes, con la clara intención de salir hacia algún club, me acordé de Sonia y de su más que probable botellón paralelo en alguna habitación de su hotel.

Sonia y Serena. De niñas a mujeres. Primera vez en Londres. Probablemente hasta se crucen en algún punto. Será lo más cerca que estén de tener algo en común en toda su vida.



10 comentarios:

  1. ¿y la boticaria qué tenía en común con ellas? me resisto a creer que solo cruzaron caminos para reflejarse en un post, aunque para mí ya es más que suficiente. Bueno, eso... y bailar toda la noche.

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    1. Creo que poco, y no me cambiaría por ninguna de las dos. Sin embargo, no te negaré que me gustaría vivir, por un día, con la ilusión sin dobleces de Sonia y con el cuerpazo de Serena. Tiene que ser una experiencia.

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  2. Por tener, ya tienen un post en común. Y más que probablemente se cruzaron en Primark.

    Gwilt

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    1. Ahora que lo pienso... las bielorrusas al día siguiente no creo que se levantaran en horario de apertura de comercio. Menuda toña. A Sonia la sacaría de la cama el profe de mates, por mucho botellón que hiciera.

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  3. Con cosas como esta te perdono que cerrarse la ventana del Gremlin

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  4. Pues si tengo que elegir ser una, claramente Sonia. Y si tuviese que ser madre de una, de Sonia también.

    Y conste que no es por el alcohol...

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    1. ¿Por qué elegir una cuando podemos quedarnos con las tetas de la otra? En cuanto a las madres... es muy probable que la madre de Serena sufra mucho menos. Ahí lo dejo.

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  5. Qué post tan bonito. Y qué poco hablas de tu compañero de avión!!

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    1. Porque para fardar está tuiter... el blog lo dejamos para cosas serias. Como las tetas de Serena. ;)
      Por cierto, ver a las azafatas de Iberia intentando traducir al inglés "La Princesa Prometida" para preguntarle si era quien era, tampoco tuvo precio.

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